Yo digo Vicente Carreño

Mejoría y estropicio de Perea

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Perea era una locomotora la temporada pasada, un tipo impresionante, con unas galopadas que asustaban. Era un seguro de vida para el Atlético. Este año Perea se ha derrumbado. Sin razones. Cuando tiene que controlar el balón se pone de los nervios, busca desesperadamente a alguien que le saque del apuro y juega a la ruleta rusa en el medio de la defensa atlética. Ayer el Atlético se suicidó en una de sus intervenciones. Se hizo un monumental lío y les dejó el balón y el camino libre hasta la portería a dos béticos: Robert y Capi. Regalo decisivo. La muralla Perea tiene ahora más agujeros que el queso Gruyere.

Pero, pese al fallo y a la nueva derrota y a la amenaza del descenso, hay que reconocer que el Atlético presentó otra cara en Sevilla, no fue el equipo miserable y timorato de las últimas jornadas. Y el técnico debutante utilizó el banquillo en un solo día mucho mejor que el Virrey Bianchi en toda la temporada. Pepe Murcia arriesgó y al final metió en el campo toda la artillería. Y el Atlético acabó jugando con Galletti, Maxi, Ibagaza, Torres, Kezman y Petrov, y al ataque. Este Atlético sí que acabó asediando la portería del Betis. Sin fortuna, vale. Y con el resultado de siempre: la derrota. Vale. Pero por ese camino, la lucha y la entrega de todos, el Atlético acabará por encontrar el fútbol y los goles que hasta ahora le han faltado. Anoche pagó el error de Perea y cayó en Sevilla, pero enseñó otra cara. Y es la que quieren ver los aficionados atléticos. Y con ella llegarán los triunfos.

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