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Ronaldo: ayer, hoy, mañana, siempre...

En la séptima jornada de Liga, Ronaldo había marcado siete goles. En el último minuto del partido (ante el Atlético) iba a marcar el octavo (su tercero de ese día) pero el pase de Robinho le vino muy cerrado. De su frenazo y la entrada de Perea resultó un enredo de piernas con dos consecuencias: autogol del colombiano y lesión del brasileño. Desde entonces las cosas han cambiado mucho. El maltrecho Ronaldo dejaba al Madrid líder, cinco puntos por delante del Barça, sexto entonces. Han pasado once jornadas, en las que Ronaldo no ha jugado o ha jugado sin recuperar. Ahora el Barça es líder, con ¡trece! puntos sobre el Madrid, sexto.

Ronaldo, Ronaldo, Ronaldo... Eso es todo lo que tiene el Madrid, se quiera admitir o no. Si está hay goles, hay expectativa, hay intimidación, hay optimismo. Si no está queda lo demás: el barullo de mediapuntas, las discusiones sobre si Guti sí o no, sobre si Sergio Ramos aquí o allá, cuatro centros de Beckham y tres tiros de Roberto Carlos. Pasan los entrenadores y el Madrid no se desprende de esta dependencia extraordinaria de un jugador más extraordinario aún. Con muy poco hace mucho. No corre, no presiona, no cabecea, no participa, no se entrena ni así le arrastren. Pero con tres arrancadas marca dos goles y gana un partido.

¿Qué hacer con un jugador así? Pues esperar a que se cure, pero a que se cure bien, y mientras tanto cruzar los dedos. O comprar un delantero centro de verdad bueno, que no será como él, porque no los hay (salvo Etoo, al que el club dejó ir al Barça) y tratar de apañarse mientras no esté. Pero eso no lo hace el Madrid. Tan grande es la reverencia, consciente o inconsciente, por Ronaldo, que en los últimos dieciocho meses han comprado once jugadores (y rotado cuatro entrenadores) pero no se han planteado una solución, ni siquiera provisional, a las ausencias de Ronaldo. Y no me hablen de Cassano, que es otro mediapunta.