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Los delanteros cazan en parejas...

Bonito clásico esta noche, en Montjuïc. Aunque desequilibrada, Espanyol y Barcelona han mantenido una tensa rivalidad durante todo un siglo. Nacido para que jugaran los jóvenes locales, en respuesta al Barcelona, mayoritariamente ocupado por extranjeros en su fundación, el Español quedó marcado por el nombre que escogió. El catalanismo siempre le vio como una quinta columna del poder central en Barcelona, y de nada le redimió de eso ni el argumento de que sus fundadores fuesen la crême de la sociedad aristocrática barcelonesa de la época ni el gesto, ya en la transición, de cambiar la ñ por la ny. Aún despierta recelos.

Tomás Guasch cree que esta vez sí, que puede ganar el Espanyol, que viene de ganar en Coruña y en Getafe. Tomás Guasch es un optimista antropológico, como Zapatero. Y es verdad que los optimistas también aciertan a veces, pero esta noche parece difícil, con ese Barça embalado, que lo tiene todo a favor: sus gloriosos jugadores, el estilo calmoso de Rijkaard, los arbitrajes (hasta en Zamora) e incluso la suerte, pues va a pasar esta eliminatoria de Copa sin el menor desgaste. Pero para ser justos, hay que insistir en el primer factor: los jugadores. Los tiene magníficos, y en la mejor disposición, y en especial dos: Etoo y Ronaldinho.

Una vez le leí a Menotti un estupendo trabajo en El Gráfico: "Pequeñas sociedades hacen grandes equipos". Desarrollaba la teoría de que un par de buenos jugadores bien compenetrados y felices de apoyarse y de entenderse, arrastran a un equipo al triunfo. Lo recuerdo siempre que veo a la pareja Etoo-Ronaldinho. Viven y sienten el fútbol con una sola alma. Los dos ven el mismo resquicio en la defensa contraria, los dos tiene la misma prisa por explotarlo. ¿Vieron el gol al Celta en saque rápido de falta? Dos jugadores así son un peligro cada uno por sí mismo, pero juntos su valor se eleva al cuadrado. Porque los delanteros cazan en parejas.