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Ante la inminente llegada de Cassano

Ahora que se abre el periodo de fichajes invernal para la segunda vuelta, conviene recordar que el mejor fichaje es la empatía. El buen rollo. La unidad de propósito. Esa especie de misterio ecológico que hace que todo funcione y que cada parte complemente a las demás. Eso que encontró repentinamente el Barça hace dos inviernos con el fichaje de Davids, y que una vez construido resultó tan fuerte que no importó que se marchara Davids, porque los lazos siguieron ahí, y todavía duran. Lo primero es encontrar una idea, una causa, un por qué. Sin eso, los fichajes no sirven sino para hacer felices a esos comisionistas que pululan por el mercado.

El Madrid anda ahora detrás de Cassano y el fichaje produce dudas. Buen jugador, y joven. En su país dicen que nació con estrella, porque vino al mundo a las pocas horas de que Italia ganara la Copa del Mundo ante Alemania en el Bernabéu. Se mueve por donde Raúl, como segundo punta. Con más clase, también muy bullicioso, aunque sin ese talento extra de Raúl para aplicar con precisión todo lo que tiene. Y es un poco cabeza loca. Nació en el Vecchio Bari, un barrio de Bari en el que la policía difícilmente se decide a entrar, según leí en Guerin Sportivo. Otra tipo difícil para un vestuario en el que sobra eso y sobran los mediapuntas.

¿Por qué entonces? ¿Por qué no subir a Soldado, un sobrio goleador que sí puede cubrir las ausencias de Ronaldo? ¿Sólo para hacer correr unas comisiones? Pero quizá no sea eso. Alguien me sopla que no es un parche para hoy, sino el primer paracaidista que envía Capello. Cassano es jugador que le gusta, y que sólo bajo su mando ha llegado a rendir de verdad bien. Ahora el Madrid tiene la ocasión de comprarlo barato y por su edad podría constituirse en relevo a medio y largo plazo de Raúl. Y en la primera piedra del segundo proyecto Capello. Eso explicaría el fichaje, aunque al tiempo pone en solfa los de Baptista y Robinho.