Yo digo Vicente Carreño

El rey del boxeo que ama la paz

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Muhammad Ali, el rey del boxeo, quiere que su museo sea la casa de la paz. El campeón que se ganó la gloria a puñetazos es el mismo personaje que se negó a coger un fusil para ir a Vietnam. Ali es mucho más que el boxeo. Lo definió muy bien quien fue su médico personal Ferdie Pacheco: "Ali es una cosa y el boxeo es otra. Lo único exclusivamente aplicable al boxeo que ha hecho Ali es terminar de este modo tan trágico, como todos los boxeadores que, habiendo sido muy buenos, no abandonan a tiempo. No se paran, y ya está. Esto es lo único, lo único que Ali tiene de común con los demás boxeadores". Es un icono de los sesenta cuya leyenda sigue en pie y no para de crecer.

Ali ha querido que su legado se quede en Louisville, la ciudad de sus odios y sus amores. Allí nació, allí supo en su infancia lo que era ser un negro pobre en EE UU, allí se rebeló contra una sociedad que apartaba a los negros y que los utilizaba como "carne de cañón". Allí arrojó al río Ohio su medalla de oro olímpica porque no le sirvieron en un restaurante por ser negro. Allí dejó colgado su nombre de Cassius Clay, el dueño de la plantación de esclavos donde vivieron sus antepasados. Allí ha tenido su refugio, la casa de sus padres ya fallecidos. Allí le han cobijado cuando le condenaron y una parte de EE UU pedía su cabeza. Y allí ha vuelto ahora el guerrero Más Grande para fundar su casa de la paz.

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