Regreso acelerado a la Edad de Hierro

Salud y ganas de trabajar. Eso es lo que se vio en el Madrid depurado que se presentó en Atenas sin Luxemburgo, sin galácticos y sin publicidad en la camiseta, lo que parecía una metáfora de ese esfuerzo regeneracionista que todo el mundo está pidiendo. Salud y ganas de trabajar, jugadores en su edad, sin dolores en la espalda ni kilos de más, dispuestos para la lucha. Talento, no tanto. Todo eso alcanzó para dar la cara en una especie de amistoso en Atenas, para dominar en el primer tiempo y agradar. Luego, cuando el Olympiacos elevó el diapasón, el Madrid fue a menos y acabó perdiendo. Las ilusiones del descanso se esfumaron.

Mal momento para el Madrid, que necesitaba una alegría. El día llegó salpimentado de unas declaraciones poco gratas para el club de dos de los intermediarios que le han estado sacando las perras a Florentino en este tiempo: Bronzetti y Wagner Ribeiro. Cobrada su soldada, del descrédito del club que les pagó se les da una higa. Es el Madrid del ramonmartinezismo, el Madrid del que Valdano extirpó el referente moral que significó Del Bosque. (Luego se tuvo que ir él porque Roma no paga atraidores). Un club a la deriva, necesitado más que nunca de honradez, criterio y seguridad ante la difícil sustitución de los galácticos.

Pero ya está la solución: Hierro. El Madrid viaja a la velocidad de la luz por el túnel del tiempo en un regreso desde la Galaxia a la Edad de Hierro. Sargento de hierro en el banquillo (su cabo de guardia, Maqueda, reventó a Ronaldo en el primer entrenamiento) y cabeza de Hierro en el despacho. No sabiendo a qué agarrarse, Florentino quiere recuperar ahora a aquel eximio jugador y extravagante ciudadano que le increpó públicamente en la siniestra cena del Txistu y luego le sacó quinientos millones por un contrato verbal, más un flequito posterior de cien, previo pleito, por partido de homenaje. Me pregunto qué más puede pasar.