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Pues sí, con Del Bosque todo iba bien

Tras el fraude futbolístico del sábado me recluí en el salón de casa. Zapeé sin ninguna fe, confundido, estómago vacío y corazón apagado. A las dos de la madrugada me detuve en Realmadrid TV. Repetían el Madrid-Celta de la temporada 2000-01. Vi a un Casillas imberbe parando todo, a Hierro y Karanka manteniendo a raya a Catanha y a Gustavo López, a Roberto Carlos surcar la banda como una hormiga atómica, a Geremi hacer kilómetros como el coche fantástico, a Helguera y Makelele formar un doble pivote impenetrable en la medular donde Karpin se estrellaba impotente, a Figo hacer locuras con un golazo que llenó de pañuelos el Bernabéu, a McManaman hacer diagonales y enredar por el costado de Velasco, a Raúl y Morientes aterrorizar a Pinto con sus apariciones por el área... Helguera metió un gol de tacón y Robertinho otro desde 35 metros. 3-0, Bernabéu feliz, fútbol vertical y alegre y todos remando en la misma dirección. Ejemplar.

No le di más vueltas. Hubo un plano al final de la transmisión que disipó mis dudas. Era Del Bosque. Sereno, cambios coherentes (salieron en la segunda parte Flavio, Savio y Solari) y con un ayudante (Grande) que jamás se metió con el segundo capitán del equipo. Ya sé que eran otros tiempos. Pero era mi Madrid. El primero de la era Florentino. Cuando el mejor presidente después de Bernabéu escuchaba. Luego se cargó a Del Bosque. Maldita la hora. Rumbo perdido. La Cibeles en paro. Y ahora, este López Caro en el trono de Vicente...