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El enfermo todavía tiene el pulso firme

Estadio Vicente Calderón lleno en noche de perros y con los alrededores como los tiene Gallardón, que parece un titán al que le hubiera dado por agujerear la zona con un picahielos gigante. La gente aún está con este equipo. Aunque cueste creer en él, la gente aún desea creer y siempre concede una última oportunidad. Y resulta que esa última oportunidad se aprovechó ayer. Porque esta vez la pelotita entró. Fueron veintidós remates para cinco goles, y eso ya es ponerse en razón. Recuerdo ahora que la noche de Bosnia España remató 35 veces hasta alcanzar el gol de Marchena, ya fuera de hora.

El hombre del partido fue Luis García, un futbolista de la cantera del Barça al que le ha costado hacerse un sitio en el fútbol mayor. La primera oportunidad se la dio el Atlético, pero eso no le bastó para hacerse con un sitio definitivo en el Barça. Benítez tiró de él para su Spanish Liverpool, bendita reserva para esa especie en peligro que es el futbolista español. "Cada vez hay menos donde elegir", dijo Luis, y así es. Nuestros clubes se llenan de extranjeros. Pero Benítez ha acudido al rescate. A su Liverpool debemos cuatro de los cinco goles de anoche. Los que nos van al Mundial. Gracias, Rafa.

Sólo un motivo de preocupación. El gol de Eslovaquia desencajó demasiado a España. Nuestras cabezas se llenaron de fantasmas y las de los jugadores también, o eso me pareció. Suerte que el árbitro nos recolocó en el marcador con un penalti muy cogido por los pelos, pero que no era cuestión de despreciar dado que en el primer tiempo nos había limpiado un gol válido de Raúl. Con el penalti y la expulsión, todo volvió a ponerse de cara. Pero el aire del equipo en los minutos que mediaron entre el gol eslovaco y el penalti mueve a preocupación. En ese grupo aún falta seguridad.