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Jugadores nerviosos en el escaparate

Siempre hubo peleas entre futbolistas en los entrenamientos, sólo que hace años se sabía menos. Siempre las ha habido porque son normales los piques en el juego, y porque a veces se entiende peor la entrada dura del compañero en el entrenamiento que la del rival en un partido, en el que ya se sabe que hay chicha por medio. Y también porque no todos los que componen un equipo, o los que son agrupados periódicamente en una Selección, tienen por qué ser necesariamente amigos y mutuamente comprensivos. Y además hay momentos de tensión, en los que la gente está nerviosa, y este es uno de esos momentos de alta tensión.

Siempre pasó, decía, pero trascendía menos, porque no había cámaras de televisión en los entrenamientos. Ahora las hay hasta en los del Elche, cuánto más en los de la mismísima Selección. Tiempo atrás había un par de plumillas y otro par de fotógrafos, con cámaras sin motor, que quizá cuando se echaban la leica al rostro ya había pasado el entrevero. En los periódicos salía nota del asunto, pero no era lo mismo que este barrido en telediarios a que ahora asistimos, y al implacable testimonio gráfico en los periódicos, dotados cada día de más medios. Por no citar la implacable ola radiofónica, que también ha ido muy a más.

Es un problema para los actores. Ya lo sufrió Luis cuando su infeliz arenga a Reyes, ahora lo sufren Puyol y Vicente por su pelea de ayer. Admiro de la gente del fútbol su capacidad para vivir en un escaparate y salir bien librados de la prueba. El verdadero Gran Hermano es este mundillo en el que cada cual sabe que los agravios infligidos o sufridos son inmediatamente conversación pública. Y ahora ocurre que los seleccionados saben que Luis piensa prescindir de varios por su falta de espíritu, y están nerviosos por ello, porque además saben que se sabe. Y sus nervios están en el escaparate y tienen que enfrentarse también a eso.