Al Barça lo llevan los árbitros en butaca

En las páginas centrales de nuestro periódico de ayer se lo contábamos: "El Barça sigue teniendo 'suerte' con las tarjetas y los penaltis". Y tanto. Con la tinta del periódico aún fresca un árbitro un poquito más fresco todavía aprovechó que el Pisuerga pasa por Valladolid para señalar penalti a favor del Barça, cuando perdía 0-2 con el Zaragoza y estaba fuera del partido. De paso, tarjeta a Toledo, que era la segunda, así que fuera. Quinto jugador en esta Liga (en seis partidos) que es expulsado ante el Barcelona. Del penalti salió el 1-2 y una pila de minutos once contra diez. Más el desconcierto inevitable del Zaragoza. Total, 2-2. Y gracias.

Ya sé que los árbitros no salen a ayudar al Barça, pero también sé, porque se nota, que en cuanto tienen una ocasión la agarran por los pelos. Ayer, tan nervioso debió de ponerse Megía Dávila al ver que el Barça iba a perder bajo su arbitraje que imaginó penalti en una jugada en la que Van Bommel llega al área en desventaja con Toledo y le agarra del hombro para echarlo para atr Toledo cae y Van Bommel aprovecha para enredarse con él mientras el balón escapa de su trayectoria. Bueno, pues penalti y Toledo fuera, por segunda amarilla. Porque esa es otra. Conviene regar pronto de amarillas, que luego hay cosecha.

En el informe de ayer mostrábamos la estadística de tarjetas en la temporada pasada y en ésta, amarillas y rojas. La desproporción a favor del Barça es escandalosa en ambos casos, tanto como la desproporción en contra del Madrid. Pero este año va a más. Las tarjetas son una liberalidad que los árbitros utilizan a su antojo para limar el nivel de dureza de un equipo y permitir el del otro. Partido a partido eso parece que no es nada, pero cuando se contempla con la perspectiva de una temporada completa toma una luz nueva. Pero este año no hará falta ni esa larga perspectiva. El ritmo de expulsiones de rivales del Barça es inaudito.