Robinho, R9 y la 'Pata de mula'
Hacer de pitoniso con la selección de Brasil es casi una inmoralidad. Pero aunque me tachen de ventajista, aquí queda escrito. La canarinha ganará el Mundial de Alemania sin bajarse del autobús. Igualito que la España de la triste figura. ¡Qué fiesta! ¡Qué goles! ¡Qué bien se lo pasan! Ves cómo cantan su himno los 45.000 hombres y mujeres que bañaron de amarillo las gradas del estadio Mané Garrincha de Brasilia y te da una envidia que destruye tu autoestima patriotera. Brasil convierte sus partidos en un Woodstock 69 donde el balón se convierte en objeto de deseo en medio de una memorable orgía futbolística.
Eso sí, Parreira es el entrenador que menos pecho puede sacar por sus conquistas. Si en tu tropa tienes a Robinho, Kaká, Ronaldo o Adriano la cuestión es ir a una casa de apuestas, ahora que están de moda, y calcular por cuántos van a ganar. Al descanso los chilenos ya perdían 4-0. Abusones. Y eso que mi Ronie estaba lastrado por unos problemas musculares que dieron foco en la pasarela a Adriano. El artillero del Inter no es un delantero, es una pata de mula al que dejan jugar al fútbol porque a ver quién es el guapo que se atreve a decirle "no" a esta bestia despiadada. No golpea la pelota, la rompe como si quisiese convertirla en un balón de rugby. Es Tyson con 20 años. Por eso Robinho me motiva más. Mucho más.
Es una libélula que no busca el K.O. con un directo a la mandíbula. Prefiere moverse por el ring con elegancia, como hacía Cassius Clay, y buscar las fisuras del enemigo. Un gol de listo (concesión generosa de la factoría Ronaldo), dos asistencias, tres fintas y seis bicicletas. Que son para el verano...