Sobre Ramos, Torres y las estadísticas
Han pasado once años. El 10 de junio de 1994 la granítica Selección de Clemente se midió a Canadá en el último ensayo previo al Mundial de EE.UU. Jugamos con tres centrales (Abelardo-Nadal-Alkorta), Ferrer y Sergi hacían de falsos extremos (imitando a la canarinha) y arriba todo se fiaba al oportunismo de Salinas. Canadá no era nadie, como ahora, pero ganamos 2-0 con un fútbol tan sobrio como soporífero. Estamos en otro siglo y ya nadie juega con tanto panzer acumulado en la trinchera del área, pero la vida sigue igual para esta España que se nos desangra sin lograr enamorarnos. A los canadienses les bastó ser aplicados para llevarse una derrota decente en un partido indecente.
Dado que a Luis le preocupa más la estadística que el juego (vale, ya llevamos 13 encuentros invictos, ¿y qué?) me concentré en las evoluciones de Sergio Ramos y de Torres. Al andaluz no le vi resolutivo y por su banda entró a menudo el veterano Radzinski. Pero el chico no tiene la culpa. Es un central que no debería regresar al lateral derecho. Sus movimientos, su corpulencia y sus hábitos de los últimos ocho meses son de marcador y no de carrilero. Tiene 19 años y su calidad incuestionable le permite afrontar los retos sin arrugarse, pero Luis debería rectificar con él. Lo de Torres es más grave. Ya lleva 18 partidos con España, en los que sólo ha marcado tres goles y fallados 33. Dos de ellos fueron a San Marino y a China... Ayer desperdició otra oportunidad de reivindicarse. Fue silbado al ser sustituido. Sin embargo, Morientes, el Fernando bueno, enchufó la primera que tuvo. Lleva 25 goles en 40 partidos. Por eso será titular ante Serbia. Torres, ¿crack?, espabila ya...