Los suplentes dejaron mal a Luis

Visto en conjunto, no fue una buena idea lo de recibir a Canadá con el equipo B. Fue mala en especial para ese equipo B, que fue un grupo pálido, desmotivado, sin juego ni sangre. Iván de laPeña empezó bien, pero como la gente apenas se le movía se esfumó. Sergio Ramos, el hombre del momento, estuvo nerviosísimo y fue un coladero. El Niño Torres, que cargó con el brazalete de capitán, dejó escapar otro partido con la Selección sin acreditarse como posible relevo de Raúl, ni siquiera de Morientes. El público se aburrió y protestó. El que fue, que buena parte de la afición cántabra se quedó en casa. Se lo olían.

Cuando a fuerza de cambios compareció, de media para arriba, el equipo titular, fue otra cosa. Curioso mundo este en el que los titulares pelean más el puesto que los suplentes, pero así fue. En la última media hora España fue a más, armó juego, convenció por las alas y remató mucho. Sobre todo Raúl. Sin suerte, es verdad, pero su facilidad para encontrar las posiciones de remate es prometedora con vistas al miércoles. El que sí mojó fue Morientes. Su gol número veinticinco en la Selección. En este equipo se ve, se siente a gusto. También le ocurre a Tamudo. Todo lo contrario de lo que le pasa al Niño Torres, para su desgracia.

Esa mejoría del equipo con los titulares alivió el trago de un partido insufrible en su primera hora. Inexplicable en su propia existencia. Esa mejoría hizo recordar que hay equipo. Y falta va a hacer, porque el miércoles nos jugamos el paso al Mundial. Serbia, como se preveía, ganó a Lituania. Jugó bien. Se coloca líder de grupo, con un punto sobre nosotros. No ha encajado un solo gol en toda la fase de grupo. A nosotros nos cuesta marcar goles, y no veo que eso se corrija. España (la titular, no la otra) produce juego en una proporción muy superior al número de goles que hace. También anoche, en esa media hora buena. Y eso es grave.