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Robinho ya tiene su club de fans

Nada más llegar, sin que se le haya visto jugar mucho (apenas nada), Robinho ya tiene su club de fans, compuesto por todo el madridismo. Su aparición en el Bernabéu convocó a varios miles de aficionados y él supo responder a la atención con virguerías varias con el balón, que provocaron entusiasmo. ¿Por qué tanto optimismo ante un jugador aún en crecimiento y casi desconocido? Pues porque el Madrid, envejecido en sus figuras principales, necesitaba justamente esto: juventud, alegría, regate, desparpajo. Robinho es la promesa de un fútbol más imaginativo, como Gravesen y Baptista lo son de fuerza y despliegue.

El madridista guarda afecto por el equipo que ha visto estos años, pero lo ve gastado. Lentorrón, señorial, con empaque pero sin alegría. Una amalgama de pases y poses elegantes de la que de tarde en tarde sale un balón al claro que aprovecha Ronaldo de forma demoledora. Demasiado visto. Y no da para ganar todo lo que se pretende. Da para estar ahí, sí, porque el Madrid siempre está, pero no para ganar. Robinho acelerará el ritmo y la intención del juego y será un elemento que cambie las fórmulas del equipo, que obligue a todos a hacer nuevos papeles, cosas diferentes. Con él y con Baptista el equipo cambia.

Ya se sabe: habrá un ilustre sacrificado, Zidane o Raúl. Porque la posición de la media punta es la que queda libre. Para mí, y con el mayor respeto, queda más Raúl que Zidane. A éste le veo más pasado, más lejos de su zénit. Raúl también lo está, pero creo que merece la oportunidad de un reciclaje a esa posición, en la que su pérdida de velocidad en el último tramo, que le ha costado tantos goles estos años, no será tan grave. Y Raúl puede dar más trabajo y más goles que Zidane ahí, aunque su juego sea menos preciosista y su figura menos glamurosa. Eso sí, de los dos, el que de verdad es mejor para ese puesto es Guti. Una vez más.