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La nueva sonrisa del capitán

A falta de Robinhos, Gerrards y Henrys, el gran fichaje del Madrid en este inquietante verano de 2005 se llama Raúl. 28 años recién cumplidos (la edad de Ronaldo) y una capitanía que empezaba a encorsetar su rendimiento. Muchos nos temíamos que al retrasarle Luxa su posición en el campo y al haber perdido gol (sólo metió 16 la temporada pasada), estábamos abocados a asistir al declive del jugador madrileño con mejor currículum en los 103 años de historia del club. Pero el viaje a Singapur me devolvió la fe en este conejito Duracell que tiene mentalidad de boina verde y espíritu de legionario. Si nos llegan a dar los Juegos de Madrid 2012 hubiese sido gracias a su transparente sonrisa. Una sonrisa sincera de hombre que vive en paz consigo mismo, feliz con su vida y dispuesto a asumir su nuevo rol jerárquico en el Madrid de Vanderlei.

A esa madurez se le añade el talante que mostró en la presentación de las nuevas camisetas. El colega Nacho Aranda le preguntó por los retos de la temporada y Raúl demostró por qué es el capitán al dar en la diana: "Tenemos que trabajar, hacer un juego colectivo... y estar unidos". Raúl Blanco Siempre, como le llama mi amigo Toñín desde su entrañable bar de Entrevías. La unión hará fuerte a este vestuario. Raúl, gracias por devolvernos la fe. Esa es tu grandeza.