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Cuando los dados ya están echados...

A estas alturas, después de multitud de conversaciones y lecturas, con gentes y en lenguas diversas, sólo puedo decir que, como el sabio, sólo sé que no sé nada. Un club selecto, de composición aún más corta que el cónclave de cardenales que elige Papa, decidirá esta tarde en Singapur, esta mañana para ustedes, qué ciudad organizará los JJ OO de 2012. ¿Madrid? Puede ser. ¿Por qué no? ¿Por qué sí? ¿Quién puede conocer de verdad la intención del centenar de miembros del COI, quién nos asegura cuál será su primer voto, su segundo voto, su tercer voto? ¿Hasta qué punto son influenciables estos personajes por sus gobiernos, por sus entornos geopolíticos? ¿Hasta qué punto son independientes?

O lo que es lo mismo, ¿hasta qué punto su elección se basará escuetamente en el criterio de en cuál de las cinco ciudades pueden desarrollarse en mejores condiciones los JJ OO de 2012? Si se decidiera sólo por esto, Madrid sería cuando menos primus inter pares, porque nadie duda de que su candidatura es espléndida. Pero con otros baremos de medida no es lo mismo. Madrid compite en realidad con las cuatro naciones que se repartieron el mundo tras la II Guerra Mundial. De eso hace sesenta años, pero todavía conservan derecho de veto en la ONU, junto a China. En este club veo a Madrid como vería, por ejemplo, al Getafe en una competición cuyos oponentes fueran semifinalistas habituales de la Champions.

De ahí el trabajo febril, impecable, de nuestra delegación, que cuenta con personajes del peso de la Reina (que ha asistido, desde el primer día hasta el cierre, a los últimos seis Juegos Olímpicos y que tiene grandes simpatías en el COI) o los Samaranch padre e hijo. Privilegios que otras candidaturas no tienen. Ahora que los dados están echados, y antes de recordar el célebre dicho olímpico ("Lo importante es participar") al cual quizá debemos acudir hoy, es momento de reconocer que se ha hecho todo lo posible, y que todo se ha hecho bien. Hay unidad política, hay entusiasmo ciudadano, hay un proyecto técnicamente perfecto. ¿Bastará eso ante las cuatro naciones que se repartieron el mundo hace sesenta años?