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El viejo Castilla ha vuelto a Segunda

Subió a Segunda el Madrid B, que Roncero se empeña a llamar aún el Castilla y yo no me escandalizo, porque tengo un amigo que todavía lo llama Plus Ultra. Subió y ese ascenso representa la gran alegría futbolística del año para el club y bienvenida sea, porque la necesitaba. Su regreso a Segunda permitirá, en palabras de muchos, trabajar mejor la cantera. No siempre se dijo así, ni siquiera desde el propio club, donde algunos pensaban que la Segunda B valía para una primera formación, que se podía completar con cesiones, y que las exigencias de la Segunda podían crear confusión. La misma teoría al respecto la he escuchado defender a gente del Barça.

De hecho, Casillas o Raúl no han necesitado del paso por Segunda para estar donde están, del mismo modo que no lo han necesitado los numerosos canteranos que el Barça ha venido incorporando últimamente. Pero el Madrid, falto de resultados en la cantera, decidió este año ir en serio a por el ascenso. Para ello, represó en el equipo a algunos jugadores que ya podían tener más vuelo (Juanfran, Javi García, De la Red, Soldado...), cerró los oídos a peticiones para cederlos a clubes de Primera y prefirió mantenerlos en una categoría inferior a sus méritos. De paso dejó de hacer golfancias como aquella del fichaje del meta Sebas.

El resultado ha sido este ascenso, celebrado a Bernabéu lleno y que a mí me parece positivo. Bueno para la afición, desde luego, porque disfrutará de fútbol de Segunda. Y abre la posibilidad del fogueo de extranjeros. Pero este éxito programado no debe engañar sobre la realidad de una cantera que en los dos últimos años no ha sabido dar ni buenos suplentes al primer equipo, que tiene al Madrid C hundido en la zona mediocre en Tercera y al Juvenil lejos de las cumbres que solía pisar. El mismo domingo que el Madrid subía, el Barça ganaba la Copa de Juveniles y el Torneo de Brunete. La pregunta es de quién es el futuro.