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Aquel gol del Buitre a Iru...

Soy uno de esos privilegiados generacionales que tuvo la suerte de tener 18 añitos en aquella temporada mágica del Castilla de la Quinta del Buitre. Curso 1983-84. Ocurrió en una tarde primaveral. Sábado. El Paseo de La Castellana vacío. El Bernabéu reventaba. 85.000 individuos abarrotábamos las gradas. Nos mirábamos orgullosos. Récord guinness. Camacho, Juanito, Stielike y Santillana veían frustrados cómo sus pezqueñines tenían un poder de seducción muy superior. No olvido una entrada brutal de Bolaños a Pardeza (tarjeta roja directa). Ni el golazo de Butragueño a Iru en la portería del Fondo Norte. "¡El niño, lo ha metido el niño!". Julito Salinas se topó con Ochotorena y el 1-0 se celebró en la capital como un título. Y lo fue. Ese gol valió un liderato, que terminó otorgando al Castilla el campeonato de Segunda. Único filial que ha logrado semejante gesta.

Fueron buenos tiempos. Mi padre, siempre él, me acompañó en todas las tardes de gloria de ese Castilla irrepetible, mientras presumía de los partidos que había visto al Plus Ultra en su campo de Arturo Soria. No olvido un 6-1 al Atlético Madrileño, con 65.000 gargantas enloquecidas con los regates diabólicos de De las Heras, los pases medidos de Míchel, las arrancadas desde atrás de Francis a lo Beckenbauer, los controles imperiales de Rafita (Martín Vázquez) y los goles de ese Buitre insaciable que iba camino de leyenda. Ese día expulsaron a Tomás Reñones (Tomás I). Tomás II era más jugón, pero terminó entregado al festival de esa Naranja Mecánica de color blanco. Fue el mejor fútbol que he visto en mi vida. Hoy no seré el único nostálgico que se acercará henchido al Bernabéu para ver a mi Castilla. A nuestro Castilla. Al Castilla de todos.