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Donde dije digo, digo Diogo

Confieso que me subyugó aquello de los Zidanes y Pavones. Me pareció un fiat lux que vendría a redimir al fútbol de tacticismos y amaneramientos. Y en su arranque funcionó, fascinó y nunca lo olvidaré. Luego, quizá Florentino le metió a ese modelo, de por sí arriesgado, demasiados riesgos: ahora sin Del Bosque, ahora sin Makelele, ahora con Queiroz, ahora sin suplentes... y luego con Camacho y con Samuel. O quizá es que el fútbol no estaba a la altura de los sueños de Florentino. Técnicos, intermediarios y periodistas hicieron propaganda contra el modelo y lo rodearon de sospechas. Se acabaron los resultados, se acabó el modelo.

Me da lástima. Creo que merecía más confianza, porque de haber prosperado hubiera sido un contrafuerte al fútbol de pizarra, intereses e intermediarios. Es llamativo, por ejemplo, que el fichaje de Beckham y el de Samuel, ambos por el mismo precio de veinticinco millones, hayan recibido un trato tan distinto por parte del mundillo. Beckham no encajaba en un dibujo y Samuel sí. ¿Eso es todo? Beckham juega bien el balón, centra de primera, marca tiros libres... y vende camisetas, sí. Samuel sólo hace faltas, si tiene el balón se lo da a Casillas o al contrario y, por supuesto, no vende camisetas. Pero era fácil de encajar en el dibujo.

Ahora el Madrid no sabe dónde colocar a Samuel, pero en el camino abandonó la fe en aquel modelo. De ahí los Pablo García y Diogo, que vienen a fortalecer el medio campo, con la misión de liberar a Zidane de toda tarea. Raúl corre el peligro de ser suplente. Llegará Robinho como fichaje ilusionante, más Sergio Ramos, una buena cara para la defensa. Todo eso conformará un buen equipo, seguramente. Mejorable con Gerrard, si cuaja. Pero sólo un buen equipo más, pactado con los Casal, los Bronzetti, los Figger... Nada que ver con los deslumbrantes inicios del florentinato. El fútbol ha vencido a sus sueños. Lástima.