Lo peor es que esto sólo puede empeorar...

Lo peor es que esto sólo puede empeorar...

No me lo podía creer. Hasta última hora pensé que habría una solución más digna, pero no pudo ser. La manera en que se ha gestionado el estrepitoso fallo de Michelin (primer y máximo culpable de lo que ha ocurrido) refleja que hay una carcoma en la Fórmula 1. Que hay bandos. Ya se sabía, pero no se sabía que podrían llegar tan lejos. Se sabía que Ecclestone y Ferrari se miran con ojos tiernos y que el resto recela de esa complicidad. Eso condicionó las discusiones e influyó en la mala solución de una crisis que podría haber desembocado en algo más presentable que lo que vimos ayer: una carrera con sólo seis coches.

Hay que insistir, por supuesto, en que el gran fallo es de Michelin, que aún no ha dado explicaciones convincentes. Yo he llegado a pensar que alguien se confundió en el envío, que mandaron unos neumáticos por otros, porque me resisto a creer que sólo al llegar allí se haya descubierto que ese compuesto no resistía más de diez vueltas. Una vez ante ese hecho y ante la barrera de un reglamento que impide cambiar de neumáticos tras la clasificación, todas las escuderías que calzan Michelin (todas menos Ferrari, Jordan y Minardi) estaban derrotadas. En el curso de la polémica lo aceptaron. Pero podría haberse salvado la carrera.

Se propusieron en ese sentido varias soluciones imaginativas, que garantizaran el derecho a los puntos de los equipos que calzan las Bridgestone. Más o menos extravagantes todas, pero ninguna tan extravagante como la solución final, la de esa carrera sin carrera, con abandono masivo tras la vuelta de reconocimiento. Las tensiones en este circo dieron lugar a un final decepcionante, que irritó al público in situ, que despreció a los millones de seguidores por televisión, que desalentó a todos los partidarios de este deporte. Y ahora vienen las consecuencias: sanciones, denuncias, juicios... Lo peor de esto es que sólo puede empeorar.