Como casi siempre que juega la Selección, el partido dejó buenas y malas noticias. La mejor fue que España ganó, y que eso unido al empate de Serbia nos hace compartir la cabeza de grupo. Y, mirando bien el calendario, nos va haciendo claros favoritos para ser campeones del grupo. La mala noticia es que nos cuesta mucho marcar el gol y que esa incapacidad cobró ayer carne de nuevo en el Niño Torres, o desacertado o desafortunado, según las ocasiones. España produjo juego con intensidad e intención suficientes como para haber ganado el partido con goles y claridad, sin depender de esa milagrosa mano final de Casillas.

Tiramos veinte veces, pero no hicimos de su portero un héroe. La mayoría de remates se marcharon fuera o resultaron fáciles. Y lo que había enfrente era Lituania, un país con once mil futbolistas federados. A cambio queda la imagen de seriedad y de intensidad del equipo, su convicción de jugar por las alas, la presencia mandona de Xavi, la recuperación clara de Vicente, un extremo bueno donde los haya, y la confirmación de Luque como una gran posibilidad para el eje del ataque. En la banda es un apaño que se buscó Irureta por un caso de overbooking de delanteros en el Depor. Es un nueve y remató como está mandado.

Una selección joven, y eso permite esperar mejoras de muchos. Pero aún se mueve en torno a la hipoteca de Raúl porque nadie ha hecho verdaderos méritos para quitarle. Y sin embargo se echa de menos ver por ahí a Guti o Yeste, con los que quizá pasaría algo nuevo. Y apetecería ver a Xabi Alonso con la manija, lo que le daría al equipo más claridad en el arranque. Como hubiera apetecido ver una mejor respuesta (yo la esperaba) de la ciudad de Valencia a su elección por parte de Luis como sede fija para la Selección. El campo tan vacío hizo que se me cayera el alma a los pies. Este equipo se lo va a tener que ganar todo partiendo de cero.