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La diferencia entre Alonso y Raikkonen...

Me lo había advertido Raúl Romojaro, nuestro especialista en motor: "Raikkonenes un poco insensato. No aguanta la presión en momentos límite". Pensé que me estaba soltando una mentira piadosa, a la vista del cariz que estaba tomando el Mundial, con los McLaren-Mercedes a tope y Renault como entrando en dudas. Pero no. El que sabe sabe y Romojaro tenía razón: el intento de ayer de Raikkonen de conducir con una rueda cuadrada tan deprisa como si siguiera siendo redonda no podía tener más fin que el que tuvo: con él fuera de la pista y sin puntuar. Gracias a eso, Alonso se dispara en la tabla.

Quiero decir con esto que hubiera sido más prudente reducir y resignarse a ser segundo, tercero, cuarto... Eso fue lo que hizo Alonso en Mónaco, donde cayó de segundo a cuarto porque se quedó sin ruedas traseras. Se bajó del podio pero puntuó. Raikkonen, con su maximum attack, acabó desarmando los anclajes de su rueda delantera derecha, que brincaba como un canguro, y proyectándose espectacularmente contra la valla. Salió indemne pero estuvo a punto de llevarse por delante a Button, al que estaba cerca de doblar. La buena conducción no es sólo manos y voluntarismo; es también conocimiento de los límites.

El resultado es una victoria hermosa de Alonso, que también pasó las de Caín en según qué momentos y pudo salir bien librado. En la primera curva de la carrera, donde intentaron pasar doce por el ojo de una aguja, el hermanísimo le tocó por detrás y a Alonso sólo su pericia le salvó de salirse. Luego, muchas vueltas más tarde, cuando rodaba en sus mejores tiempos, se le fue la mano en la curva Dunlop y se salió, pero tuvo la sangre fría para no quedarse empantanado en la gravilla. Un gran premio se juega en instantes como ésos. Y un Mundial, en el aplomo para mantener un ritmo de puntuación, en las buenas y en las malas.