Esta de hoy es la final número cincuenta

Esta de hoy es la final número cincuenta

Esta que se juega hoy es la final número cincuenta de la Copa de Europa. Hay que echar la vista atrás para pensar el enorme mérito que tuvo poner esto en marcha, en una Europa aún sangrante tras la más terrible de las guerras. Con un telón de acero que la dividía, desde Stettin en el Báltico hasta Trieste en el Adriático. Con vencedores y vencidos, con toda clase de regímenes. En esa Europa, tan distinta de esta de hoy que vota su constitución, unos cuantos visionarios sacaron adelante una copa. Y luego otra y otra, y otra más. Y hoy celebramos la número cincuenta, que juegan el Liverpool y el Milán, en Estambul, allá en el límite de Europa.

Una bonita final: el fino estilista contra el duro fajador, se anunciaría en los carteles de boxeo. El fino estilista es el Milán de Maldini, Kaká y Pirlo, que tiene su pegada, no crean, en Shevchenko y algún otro. El duro fajador es el Liverpool, ese equipo cuya filosofía singular tan bien nos ha ido explicando Robinson estos días en nuestras páginas. Por clase ganaría el Milán, dice Berlusconi con tanta razón como arrogancia. Por coraje e intensidad ganaría el Liverpool, respondería Robinson, que aún vibra con la emoción de aquel tremendo Liverpool-Chelsea de las semifinales. El fútbol pleno lo necesita todo: clase y coraje.

Aquí el corazoncito nos inclina hacia el Liverpool, ese Spanish Liverpool en el que Benítez está poniendo una especie de pica en Flandes. Éste ha sido siempre un país importador de entrenadores, a veces extravagantes embaucadores sin nada que ofrecer más que arte para llevárselo crudo. Pero raro ha sido el caso del entrenador español que sale fuera, y más raro aún el del que triunfa. Benítez está en ello, y no está sólo, sino que ha formado una pequeña colonia española en la ciudad de los Beatles. Por ellos y por Robinson estamos con el Liverpool. Pero no habrá disgusto si gana el Milán, porque siempre levantó la bandera del buen juego.