Yo digo Vicente Carreño

Depresión, macarras y derby

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Esto no es una crisis: es la gran depresión. A mí desde el día de Osasuna no me dan ganas de hablar del Atlético, ni de ver los partidos. ¡Menuda temporadita! Así que empecé la semana del derby pasando del duelo de esta noche. ¿Cómo te vas a ilusionar con este equipo en vísperas de ir al Bernabéu? El gran Enrique Collar, que ese sí era un crack, el Niño genuino, reconocía aquí hace unos días que en sus tiempos el Atlético era tan grande como el Madrid, y se codeaba con él, y le disputaba los títulos. Y tenía razón. Ese Atlético tenía formidables futbolistas. Y casta. Y daba gusto verle jugar ganase o perdiese. Y ellos generaron esta afición ejemplar, que ahora en vísperas del derby anda más enrojecida que las rayas de la camiseta del equipo por culpa de cuatro guardaespaldas macarras que todo lo ensucian. Esta afición no se merece esos personajes.

Si el lunes pasaba de derby, imagínense después de ver a estos tipos zafios con pasamontañas agredir con su presencia a los futbolistas del Atlético. Me quedé sin ánimos para ver el partido del Bernabéu. Llámenlo depresión prederby. Pero en las últimas horas ya empiezo a notar que entro en reacción y miro de reojillo la alineación que prepara Ferrando. Ayer hasta le pregunté a Iñako quién acompañará al Niño en ataque. Y hoy me notaré nerviosillo por la tarde y no podré resistirme a poner Carrusel para enterarme de las novedades de última hora. Y a las diez me habré convencido definitivamente de que un derby es un derby. Y que el Atleti es el Atleti y que todo puede pasar. Y volveré a creer que en el fútbol a veces hay milagros. Y me encomendaré al único ídolo posible: venga, Niño, dales una lección en el Bernabéu y una alegría a esta afición fiel y deprimida.

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