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La única salida a esto es la tolerancia cero

Una punta de macarras asaltó ayer el entrenamiento del Atlético, cuya desdichada plantilla escuchó insultos y se batió en retirada. Entre los asaltantes, miembros del Frente Atlético, se encontraba un tal Fran; era ese de extravagante aspecto que combina impecable traje oscuro con pasamontañas rojiblanco. Las fotos le muestran antes de cubrirse y reconozco en él a un tipo con ademanes camorristas que acudió hace pocas semanas al Foro Ferrándiz en el que se discutía la venta del Calderón. Aquel día tuve toda la impresión de que actuaba a modo de escolta de Cerezo, intimidando a los de Señales de Humo, la oposición.

Ayer, Fran y su cuadrilla entraron y salieron libremente. Posiblemente sabían que no estaba el jefe de seguridad, requerido en el club para una reunión preparatoria de la final de Copa. Andan siempre brujuleando por el club. En el Atlético y en otros clubes. Se les consiente, se les ampara, se les dan facilidades... A veces incluso se les intenta utilizar. En Argentina, que hizo estas cosas antes y peor que nadie, algunos clubes los utilizan para amenazar y reducir a jugadores reacios a renovar, o con pretensiones económicas exageradas. Llevarlos de guardaespaldas ya es un paso para que sientan importantes y con derecho a todo.

Descarto que hubiera complicidad del club en el acto de ayer. Pero sí hay detrás de eso un largo proceso de envalentonamiento y legitimación de esta cuadrilla, que acaba por creerse parte del club. Pasa en el Atlético y pasa en otros clubes, que creen que se puede manejar a estos Rotweiler al propio antojo, y no es así. De cuando en cuando se desmandan y producen hechos execrables como el de ayer. Aquí sólo cabe la tolerancia cero que aplicó Laporta en el Barça. Le ha costado sustos y sofocos, pero ha adecentado el club. Todos los demás deberían seguir radicalmente su ejemplo. Y al Atlético, por lo que se ve, le urge más que a nadie.