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Sobre la difícil denuncia del Mallorca

El Mallorca había pedido que los partidos del sábado se jugaran al mismo tiempo. Temía que, una vez conocido el resultado del Madrid, al Barça pudiera valerle el empate, o incluso la derrota, y que eso falseara el desarrollo del partido de Valencia. A la hora de la verdad, el Madrid empató y el Levante-Barça tuvo unas turbulencias terribles en la primera parte y fue una balsa de aceite al final, tras el uno-uno, con una sensación pesada de que los dos equipos renunciaban a buscar más. Ahora el Mallorca se carga de razón, se queja de que no se haya atendido a su petición de simultaneidad y anuncia medidas legales.

Pero no le puedo dar la razón. Ha sido costumbre antigua en nuestra liga simultanear en las dos últimas jornadas todos los partidos con puestos clave en juego. En los últimos años incluso se había reducido esa costumbre a sólo la última jornada. ¿Por qué ahora tres? ¿Cómo atender, además, una petición tan tardía, a pocos días de los partidos, con el taquillaje ya vendido en parte? Además, los horarios repartidos responden a un buen criterio de explotación televisiva de la Liga, y no hay que olvidar que por ese camino le llegan al fútbol 400 millones de euros. Y el problema con el que se ha encontrado el Mallorca no es nuevo.

Desgraciadamente, el sistema de Liga tiene ese déficit. Hay unas últimas jornadas en las que uno no se juega nada y el otro mucho, o en las que a ambos les vale un empate, como el sábado. Las primas a terceros son un sistema que corrige en parte esa deficiencia a cambio de rendir tributo a la antideportividad. Desgraciadamente está en la naturaleza humana esa cierta falta de escrúpulo cuando dos pueden beneficiarse en perjuicio de un tercero, ausente. Tiene mal remedio, salvo que alarguemos exageradamente las jornadas a simultanear. Pero eso hay que plantearlo antes, en verano, no a tres días del partido