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Crítica de vestuario y glamour

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Daremos cuatro ases a la señorita McPherson, venus australiana salida del Mercedes, leve vestido sin mangas tipo Mesalina, brillos de salmón con alto contenido en plutonio, piernas infinitas y cabello de ángel. Es el tipo de mujer que, en el mejor de los casos, amenaza con apagarte el cigarrillo mentolado en la cabeza. Y en el fondo (muy en el fondo) es lo mejor que le puede pasar al incauto pretendiente pues mujeres así arruinan vidas con caídas de párpados. De ser atendido por la musa, uno corre el riesgo de renegar de la familia y acabar vagabundo en Melbourne. Feliz vagabundo, eso sí. Premio ex aequo para la esposa de Figo, cuya belleza tiene la rarísima cualidad de ser distinguida. Tres ases y trofeo revelación para la hija de Luxemburgo, marcada al hombre por su padre, no descartamos que Teixeira vigilara desde el tejado. Dos ases para Michel Salgado y bella esposa, arreglados sin exceso.

Aprobado raspado para Casillas, que parecía que salía de botellines. Debe entender Iker que cuando Beckham dice que vayas "informal" espera que te pongas al menos el rosario de tu abuela o el fajín de tu tío el camarero. A Helguera sólo se le perdona la ausencia de sombrero (lanoso o cowboy) si le rozaba los puntos de la cabeza. Entre los suspensos indiscutibles, las transparencias de Victoria y el terciopelo azul de la pareja de Liz Hurley y en general Liz Hurley, guapa carente encanto, lo que no anula su capacidad para arruinarnos la vida, conste. Personalmente, yo hubiera ido con el traje de bodas, bautizos y comuniones, lo que me hubiera mimetizado con el encargado del ropero. Eso sí, hubiera llevado regalo: CD de Bisbal y una vela para Vicky. Todavía hay clases.