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González Vázquez saldrá en la película

Se llama González Vázquez y quizá tenga alguna explicación para lo que hizo. Pero será verdad eso de que no hay mal que por bien no venga, porque su tremendo arbitraje provocó una gran reacción del Madrid, que ganó con un mérito colosal. Porque ganó a un gran equipo, porque se vio por detrás por un penalti inventado, porque le negaron uno a favor y porque al poco de conseguir el gol del empate le expulsaron a Samuel, en una jugada intrascendente. Imponerse a todo eso es mucho. El deseo del Madrid de seguir en carrera en la Liga es firme. No va a ceder. Las cosas están en manos del Barça, pero no va a tener facilidades.

Por lo demás, el partido fue, en su última hora, todo tensión. El juego académico del Villarreal, bien trenzado en torno a Riquelme, se vio desbordado por el coraje del Madrid, en el que Beckham tocaba el tambor, mandaba a todos adelante y acosaba al Villarreal con algo así como la seca fuerza de una carga de caballería. Entre el insulso Borja y el declinante Zidane, Beckham fue un émbolo que trasladó el partido al campo del Villarreal, bien secundado, eso sí, por los laterales, insistentes en el ataque. Arriba, la presencia amenazante de Ronaldo y Owen se hacía sentir, pero el gol se retrasaba y la Liga volaba.

El partido lo pudo matar Riquelme, que se afligió ante Casillas en un clarísimo mano a mano. Ahí se le encogió la pierna y rebajó la medida de gran jugador que estaba dando. Por contra, cuando de Zidane ya no se esperaba nada y hasta nos avergonzábamos de que se estuviera filmando su cochambroso partido, desempolvó de su repertorio una jugada excelsa por la izquierda, coronada por el gol de Ronaldo. Luego, el de Salgado. Y luego, los cambios de Luxa, que acertó al confeccionar un equipo para jugar con diez y enfriar el tiempo restante. Y en medio de todo, González Vázquez, que saldrá en la película: expulsó a Zidane.