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Las dos semifinales quedan muy abiertas

Es curiosa la idiosincrasia del fútbol sevillano. El mero hecho de que apenas se presienta en el horizonte el próximo derby (que se disputará en la tercera jornada a contar desde ahora) hizo que esta semifinal la sintiera el Betis casi como algo secundario. Las declaraciones previas de Lopera, termómetro de la atención del beticismo, fueron orientadas más a ese derby que apenas se anuncia que a la propia visita del Athletic. Y el Betis, aún distraído con lo de la portada de la feria, tardó medio partido en meterse de verdad en el asunto. Perdió la primera mitad, en la que todo lo hizo el Athletic, que sólo por eso ya mereció ganar.

Así que en realidad vimos medio partido, la segunda parte. Seguramente Serra Ferrer se desgañitó en el descanso para recordar a los suyos que lo del Sevilla queda lejos y que la tarea del día era batir al Athletic. Algo consiguió: equilibrar el partido y dar lugar a una buena segunda parte, con fútbol de nivel, juego de ida y vuelta y emoción. El Athletic, por contra, no necesitó de motivación extra. Para el Athletic esta es su competición, o al menos lo fue, y ahora lleva tanto tiempo (veintiún años sin ganarla) que la siente más necesaria que nunca. Su pena fue no arrancar algún gol en esa primera parte en la que el Betis estuvo despistado.

Así que nos quedamos con unas semifinales muy abiertas para vuelta. Ninguno de los dos resultados es definitivo, aunque señalen como tenues favoritos a Osasuna y al Athletic. La pena es que ahora a la Copa le toca de nuevo hacer de Guadiana, hasta el 11 y 12 de mayo, cuando se jugarán las semifinales de vuelta, seguramente en orden inverso a éstas: el miércoles la de San Mamés y el jueves la del Calderón. Para entonces casi habremos olvidado los resultados de la ida, las patadas de El Sadar y las vacilaciones de Daudén en el Ruiz de Lopera. Triste sino el de esta Copa, que se abre sitio a codazos entre la indiferencia general.