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Del uno al otro confín...

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Me aseguran que Brasil es del Barça (el huracán Ronaldinho, la novedad, me explican), que Inglaterra, Francia e Italia son blancas, que Holanda es azulgrana y que el resto del mundo reparte sus amores entre los dos equipos por razones tan caprichosas como por las que se suelen repartir todos los amores. Torrico me dice (he hecho una encuesta o muestreo) que en Glasgow son del Madrid hasta las farolas porque el 7-3 que endosó allí el equipo de Di Stéfano al Eintratch inseminó de merengues la ciudad y aun hoy a los nietos de aquellos testigos se les distingue el bombín. Y de primera mano pude confirmar que Asia es madridista cuando vi en el aeropuerto de Saigón (Vietnam) un cartel del tamaño de un campo de fútbol con la imagen de Beckham celebrando un gol con la camiseta del Madrid. Y advierto que allí los pósters suelen ser de Ho-Chi-Minh. En Hanoi, la capital, los moto-taxistas, cuando te descubren extranjero (a 200 metros de distancia o así) te hablan algo de inglés: dicen Ronaldo.

Me cuenta Ribot que el clásico tuvo una audiencia de dos millones de espectadores sólo en Sao Paulo y que el partido se ofreció en directo para todo Brasil. Igual ocurrió en México, donde lo emitieron en abierto Televisa y TV Azteca, además de la ESPN; allí Márquez es poco menos que un héroe nacional y Marigol, supongo, Agustina de Aragón. El mundo pendiente, pues. Y yo que soy un pequeño sentimental (o viceversa) me siento orgulloso de habitar por aquí y contarle estas batallas a quien se deje. Sólo fútbol, dicen. Tipos en calzoncillos. Lo que quieran. Pero el sol no se pone en este imperio, a mí también me gusta esa frase.