Raúl aún marca el nivel de esta Selección

Veamos la botella medio llena: el equipo de Luis va mejorando; las caras nuevas dan el tipo, en general; hasta ahora hemos empatado todo lo de fuera y hemos ganado el único de casa, viejo ideal que los clásicos llamaban media inglesa; hemos manejado bien el partido en la salida más dura del grupo. Pero también podríamos ver la botella medio vacía: este es un grupo fácil y sólo estamos segundos; Serbia ganó en Bélgica, y eso nos obliga; Del Horno empieza a despertar dudas en su desempeño defensivo; nos cuesta llegar y marcar; Reyes no cuaja; Iván de la Peña no terminó de convencer a Luis... y no hay jugadores como para prescindir de Raúl.

Esa es la verdad: salió Raúl y nos volvió a crear mala conciencia por haber dudado de él. Luis le ha administrado bien estos días, entre el morbo general, y ayer empezó en el banquillo. Era raro verle ahí, en ese espacio fronterizo entre el campo y la grada, territorio turbulento como toda frontera, donde no se es público ni actor, sino personal equívoco. En el cine del Oeste, la frontera es territorio de jueces de la horca, fugitivos, contrabandistas, rubias peligrosas... En el fútbol, es territorio de liniers, cuartos árbitros, delegados, reporteros, entrenadores enfurecidos, securatas, suplentes ansiosos... Espacio de miradas oblicuas y tipos desacomodados.

Ahí se le veía raro a Raúl. El propio Luis parecía tener mala conciencia con él y le ofreció diversas pleitesías en compensación por la afrenta, a mi juicio exageradas. Pero la verdad es que cuando Raúl salió se hizo merecedor de tanta reverencia. Jugó bien, fue el mejor, por él llegaron las dos ocasiones más claras de España, enviadas al limbo en sendos remates por encima del larguero. Se movió bien, con sentido y con peligro. Y nos demostró una vez más a los que hemos empezado a ser escépticos con sus posibilidades que aún no hay nadie que le pueda borrar de este equipo. Que todavía es él quien marca el nivel de esta Selección.