Ronaldo superó por fin su Vía Crucis

Un gol, que anuló rápidamente la ventaja que había cobrado el Valencia. Tres faltas cerca del área, lanzadas por los especialistas de la casa, Roberto Carlos y Beckham. Dos arrancadas culminadas con sendos remates a la izquierda de Cañizares, que respondió bien en ambas, la segunda ya en el descuento. Otra en la que provocó un alboroto colosal y acabó cediendo el balón a Celades, que remató por encima del larguero. Esa fue la producción de Ronaldo, el gran Ronie, que se hizo perdonar en Mestalla, uno de sus escenarios preferidos, sus devaneos de las últimas semanas. Y después de todo ello volvió a sonreír.

Curioso tipo este Ronaldo. Para jugar bien necesita ser feliz, para ser feliz necesita jugar bien. Las complicaciones, las broncas, los jefes duros, las malas caras, le alteran. No es que quiera ser especial, es que lo es. Tiene un don descomunal para marcar goles, para crear peligro en el área contraria, vale por sí mismo lo que todo un equipo, pero a cambio exige libertad, ambiente grato, que le rebajen de la dureza física de los entrenamientos, que sean un poquito indulgentes con sus horarios. ¿Qué hacer con él? A la vista de partidos como el de anoche lo recomendable es seguirle el hilo, disimular un poco y disfrutar con su fútbol y con sus goles.

Su fútbol y sus goles son lo único a lo que el Madrid se puede agarrar para hacer algo grande en este año, y ese algo grande sería la Champions. En la Liga el Barça está lejos. Y está fuerte. Y si hace un penalti como un templo en el 94' no se lo pitan ni en El Sadar. En la Champions hay grandes equipos, pero a este Madrid gastado aún le queda bastante de lo que tuvo, al menos para unas pocas noches escogidas. Y si a eso se añade la formidable pegada que supone un Ronaldo como el de anoche, quizá aún sea posible coronar la temporada con un gran triunfo. No hay otro delantero en el mundo con esa capacidad de demolición.