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El caso Luis, Reyes, Henry y la multa

La Federación ha multado por fin a Luis Aragonés con tres mil euros por la malaventura de su infortunada arenga a Reyes y su más infortunada aún conferencia de prensa en vísperas del España-Inglaterra. Independientemente de la singularidad de que el pintoresco organismo que dirige Villar imponga una multa a su empleado más distinguido, hay que celebrar la decisión como algo conveniente, que quizá debiera haber llegado antes. El enojoso asunto nos ha colocado en dimes y diretes ante el resto del planeta futbolístico y merecía una expiación. Por muchos equívocos que se invocaran, no podía esperarse que el hecho resultara impune.

No ha estado rápida la Federación. La imprudente arenga a Reyes viene de octubre. La impresentable respuesta a la prensa inglesa viene de noviembre. A Luis se le aplica el artículo 120 b, que sanciona "a quienes protagonicen actos notorios y públicos que atenten a la dignidad y decoro deportivos" y los considerandos se preocupan mucho de defender que no se sanciona a Luis por racismo. No hacía falta. En realidad nuestra normativa no prevé sanciones por racismo, porque este tipo de problemas no los habíamos tenido hasta ahora o no sabíamos que los teníamos, del mismo modo que el personaje de Molière no sabía que hablaba en prosa.

Luis recurrirá y creo que no hace bien, aunque está en su derecho. Puede defender, ante quien quiera escucharle, que sus palabras a Reyes carecían de malicia y que envió excusas a Henry. Y que era una arenga privada, captada para su desgracia por las cámaras. Pero lo que no tiene un pase es la actitud que mantuvo ante la prensa inglesa, en ese empeño de quedar siempre por encima de no se sabe qué. Invocar las colonias ante una completa representación de la prensa inglesa fue una ofensa gratuita a un país. No se le otorga a una persona tamaña representatividad como la que significa ser seleccionador nacional para que se permita esos caprichos.