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Tres horas de charla con un tipo lúcido

Al principio de la charla le comenté que la intención era publicar una larga reseña del encuentro y que si alguna materia que se tratara la consideraba reservada nos lo advirtiera, para respetar el off the record. "No, no es preciso, todo lo que diga se puede publicar". Pero pronto comprendimos que vale tanto por lo que dice como por lo que calla. Ante cuestiones que pudieran deslizarle hacia cualquier indiscreción contesta con sencillez: "Otra pregunta". Un tipo lúcido, muy corrido en el mundo del fútbol, que sabe bien eso de que somos dueños de nuestros silencios y esclavos de nuestras palabras.

Pero no sólo calla. También habla y tiene una causa: que Brasil no sea sólo conocida por sus futbolistas, sino también por la calidad de todos sus otros profesionales. No niega su orgullo por el gran nivel de los jugadores de su país "Dios tocó con su mano a Brasil...", por la calidad de Ronaldo, Ronaldinho, Roberto Carlos y demás, habla con veneración de Pelé y le hace feliz que este año su país haya exportado casi novecientos jugadores a todo el planeta. Pero su empeño es triunfar como entrenador para abrir el camino a Europa a otros colegas y a profesionales de cualquier campo. Con Lula, apuesta por una nueva imagen para Brasil.

Sin presumir de ello, es un hombre comprometido que nos dejó una sorpresa: lo de Luxemburgo le viene de Rosa Luxemburgo, cuyo apellido tomó prestado su abuelo, un ferroviario perseguido por su activismo izquierdista, para su hija, madre del entrenador. Va por el mundo con la sencillez y el trabajo por bandera. No le gusta que le digan que es hombre de suerte. "No se ganan cinco ligas por suerte". Escuchándole cómo preparó los seis minutos del minipartido contra la Real recordé aquello de que la suerte es la previsión de todos los factores. De repente nos dimos cuenta de que eran las seis y de que todos teníamos que hacer. Lástima.