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Jornada nacional de agravio al penalti

Jornadas como ésta dan razón a quienes piensan que la Liga de FútbolProfesional debería reclamar el arbitraje como competencia propia. Paga un riñón a la Federación por el servicio y el servicio es el que vemos: una calamidad sin remedio. Esta jornada parecen haberse puesto de acuerdo todos nuestros árbitros para crear seria confusión sobre una jugada tan esencial como el penalti. Es chocante lo caro que ponen el penalti algunos (si es en el área del Barça directamente no se puede pitar) y lo barato que resulta en otros casos. Cuando se sigue una jornada completa tal y como ahora permite la televisión, el contraste es tremendo.

En el Manzanares se sanciona un piscinazo de Colsa y queda sin pena un penalti de verdad al Niño Torres. En el Sánchez Pizjuán vale cualquier cosa en el área del Barça. En Montjuïc una perfecta zamorana de Serrano, que desvía así un tiro libre que iba camino de la puerta, queda sin sanción. En Mallorca Moyá pierde un balón ante Craioveanu, se cuelga de su hombro y no pasa nada. Empieza el partido de Mestalla y Caneira se gira ante un centro del costado, el balón le pega en el codo y es penalti. Un pandemónium de interpretaciones diferentes, que los árbitros comentaristas de las radios complican más todavía.

Así pasa luego, que Juanito empuja por la espalda a Tamudo cuando se va hacia puerta y se extraña de que le piten penalti. Como se extraña Helguera de que se lo piten cuando se monta literalmente en la espalda del gigantón Miguel. ¿Es que esto no vale? No, pues no vale. No vale empujar a un contrario, ni sujetarle, ni despejar el balón con la mano. Esas y otras cosas hechas en el área deben ser castigadas con penalti. ¿Y por qué a mí y a otros no? Y ahí es donde no hay respuesta. Como mucho, una recomendación: no la hagas y no la temas. Y un deseo: que nuestro arbitraje deje de ser tan cochambroso. Jornadas así resultan insoportables.