Solari o el valor de un buen suplente

A fin de temporada termina contrato Solari en el Madrid. La primera idea del club ha sido siempre no renovarle, de acuerdo a un razonamiento frío y simple: es un buen jugador, pero cobra mucho para ser un suplente. Se le desea lo mejor y lo mejor en su caso sería que encontrara algún equipo que le pagara bien y en el que fuera titular, y todos tan amigos. En efecto, Solari lleva cinco años en el Madrid y los cinco de suplente, pero aún así se ha hecho querer. Se notó en la euforia con la que el Bernabéu celebró su golazo al Mallorca, un gol que no daba puntos, pero que posibilitaba una reivindicación: renuévenle, no nos dejen sin él.

El Bernabéu reaccionó así porque es un suplente, sí, pero un buen suplente, y resulta que eso es lo que más ha escaseado en el club en todos estos años. Los galácticos han llegado a acumularse en tal cantidad que ya sobra alguno, pero suplentes no hay. Y no lo digo sólo porque el equipo B del Madrid cayera en la Copa ante el equipo B del Valladolid. Lo digo porque en todos estos años ha sido raro el jugador que ha aguantado la suplencia con espíritu, entrenándose a fondo, absteniéndose de declaraciones irritantes. Listo para salir y hacer lo preciso cuando ha hecho falta. Listo para volver a sentarse a la espera de otra oportunidad.

Otros han caído en una desesperante melancolía (Morientes ha sido el mejor caso) o se han abrasado en la impaciencia (Portillo, por ejemplo). Y la falta de esa figura que podríamos definir como suplentes profesionales (agravada por el estropicio que Ramón Martínez ha hecho en la cantera) ha sido un freno para el Madrid. Florentino tiene in mente a Robinho, a Adriano y a Gerrard, pero necesitará también jugadores de complemento. Por eso (y porque la cantera va como va) se plantea renovar a César y por eso le hará una oferta a Solari. La cuestión es fijar el precio, porque ¿con qué baremo valoramos a un buen suplente?