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Jugaron los mejores del mundo

El sistema de competición del baloncesto moderno acaba con el Torneo de Navidad. La enorme cantidad de partidos y competiciones que abruman a los equipos ha terminado por no dejar hueco a una fiesta del baloncesto que se había convertido en tradicional. El torneo del Real Madrid era a la Navidad lo que los saltos de esquí al día de año nuevo. Una fecha señalada, una cita ante la televisión, una forma de felicitar las fiestas a los fieles al baloncesto blanco, que se reunían en el Raimundo Saporta o en el Palacio de los Deportes para ver a los mejores equipos del mundo. Pero poco a poco ha ido languideciendo a la vez que aumentaba el número de partidos oficiales. Comprendo que tenga que desaparecer, que no se pueda sostener con dignidad porque es difícil encontrar ya equipos de alto nivel que estén dispuestos a venir a Madrid en estas fechas.

Hubo un tiempo en que había codazos por recibir una invitación, porque por el parqué madrileño han pasado los mejores equipos del planeta. Recuerdo esas tardes contra Indiana, contra North Carolina, a la gran selección de Rusia, el potente CSKA de Moscú... Eran tardes en la que se respiraba baloncesto durante tres días seguidos y con el Pabellón a reventar. Por aquel entonces también el Real Madrid vivía tiempos de grandeza que últimamente no ha llegado a conocer. Se sucedían las cenas con los invitados, las conversaciones con los técnicos de otros países, las jornadas de confraternización. Un clima que es imposible de recuperar porque ahora es muy complicado suscitar el interés y encontrar algún equipo exótico o de renombre y con el que el Madrid no haya jugado en los últimos tiempos. Se nos va un clásico.