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A García Remón le falló este órdago

Si poco antes del partido de Santander la noticia de que Beckham y Roberto Carlos se quedaban en el banquillo resonó como un trueno en las radios, lo de anoche resonó aún más. Porque esta vez era Ronaldo el que se quedaba fuera. Demasiado órdago, pensé para mí. Ronaldo es ganador desde su presencia, significa la pegada del equipo, da una apariencia de solidez que cuando él no está desaparece. Y rinde sus goles. Del mismo modo que Owen, sí. Dejar fuera a Owen tras su gol en Santander dolía, sí. Ronaldo se entrena menos que otros, sí. Pero, puesto todo en la balanza, la decisión me pareció excesiva. Y esta vez no resultó.

El equipo no respondió al tratamiento de shock corriendo hasta el último aliento, como en Santander, sino que se sumió en el desconcierto. Se notó como un desasosiego general y al Madrid se le vio más desunido que nunca, con rendimientos muy desiguales. Y eso ante un Sevilla muy bien construido, seguro, que se viene alimentando de una cantera que está resultando, esta también, bastante mejor que la del Madrid. Y con estrellas emergentes, sólidas en su juego, de gran calidad. Todo un equipo que se mueve bien, que puebla la zona próxima a su área de jugadores disciplinados y que sale con rapidez. Si sólo ganó por un gol fue por casualidad.

Este órdago le va a dañar a García Remón, supongo, pero no le culpen. En realidad administra un desconcierto institucional que se hizo muy patente que este verano, el de la fuga de Etoo, el no fichaje de Xabi Alonso, los sí fichajes de Samuel y Woodgate y el fugaz regreso de Camacho, con renovación de Roberto Carlos incluída. Ha ido saliendo adelante a base de órdagos difíciles, como aquel de los cuatro balones de oro y la media Guti-Zidane o esta poda de galácticos tan discutida. La irrupción de Sacchi en la película tampoco habrá contribuido a calmarle, supongo. Y eso es lo que más necesita el Madrid tras equivocarse tanto: calma.