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Que nadie te diga que eres madridista

Puentes Leira sufrió un ataque de pánico cuando vio que tenía que expulsar a Víctor Valdés. La jugada no ofrecía dudas, pero su angustia por ser el primer árbitro que iba a expulsar a un jugador del Barça en toda la temporada le arrastró hasta el linier, al que dejaba así cargado con el mochuelo. Mal compañerismo. El linier está mucho más expuesto a lanzamientos y escupitajos, pero el terror de Puentes Leira era invencible. Tanto, que aprovechó la primera ocasión en que el balón llegó al área del Valencia para pitar penalti. Le ayudó Ronaldinho, con su golfo piscinazo. Fue cuestión de caridad. Puentes Leira respiró: nadie podrá decir que es madridista.

De ahí la tenue reacción que ha habido a este penalti, que contrasta clamorosamente con el pandemonium que se desató cuando Marchena agarró a Raúl en el área, y aquello sí que fue penalti. Pero era el último minuto, era el Madrid y los que viven la fobia paranoica de que el Madrid es un poder siniestro más los que tienen miedo a que les digan madridistas hicieron cola para expresar su indignación. El Valencia se creyó su fábula y se puso tan nervioso que perdió los tres partidos siguientes (lo que no le impediría ganar la liga después). El Madrid sufrió lluvia de expulsiones y errores en contra en los últimos partidos. Y aquí paz y después gloria.

Pero ahora, chitón. Si tras el ushiro nage pareció que Pavía había vuelto a entrar en el Congreso a lomos de su caballo, ahora la jugada pasa como un detalle menor. Bien, yo lo prefiero así, pero siempre así, cuando son penalti y cuando no lo son, cuando está por medio el Madrid o cuando está el Barça, cuando es el último minuto y cuando no lo es. También me gustaría que los ¡uh, uh! del Camp Nou a Roberto Carlos fueran recogidos y reprochados con el mismo énfasis con que se recogen y rechazan los que escucha Etoo o cualquier otro en cualquier campo. Pero hay dos varas de medir y hay mucha gente cómplice para que las siga habiendo.