Hoy merendamos ensaimada

El vapuleo de ayer en dobles no hace sino valorar más la dimensión del enemigo que tenemos enfrente y prepararnos para un domingo grande. Un domingo que, dicho sea de paso y no me quiero olvidar, empieza con la final del Mundial de Fútbol Sala, otro deporte que siempre nos deja bien, como el tenis. Quizá cuando usted compre este periódico ya seamos campeones. Enfrente está Italia, trufadísima de brasileños nacionalizados . (Hay que echarle cara para ir a un Mundial con una selección así). Ya nos han ganado en la segunda fase, pero con dos autogoles nuestros. Hoy todo es cosa de no metérnoslos y coger la copa.

Pero estábamos en el tenis, donde ayer asistimos al sacrificio de Ferrero, al que los hados depararon el papel de héroe en la final ganada en el 2000 y ahora le sirven la copa amarga del papel de telonero, enviado al matadero para mejor descanso de Nadal ante la decisiva jornada de hoy. Así son las cosas. En el 2000 el que quedó fuera del equipo fue Corretja, entonces número uno, porque Ferrero estaba como una moto. Corretja fue el primero en elevarle a hombros cuando se produjo el triunfo. Ahora Ferrero encaja con el mismo buen espíritu el papel que le ha tocado desempeñar. Poco airoso, desde luego, pero también transitorio. Volverá a ser un grande.

Los hermanos Bryan hicieron más amargo su papelón. Son una pareja formidable, dieciséis años jugando juntos y unas gorras bajo las que ocultan sus secretitos. Se mueven tan como gemelos que me recordaron a los siameses malos de la Dama y el Vagabundo. No hay que tomar su aire satisfecho de muchachos californianos modelo como una ofensa. Hacen bien lo suyo y ya está. Pero España tiene hoy dos bazas en las que es favorita. Moyá es más que Roddick en tierra (el cañonero se queja de no tener aquí a su entrenador, ya empiezan las peleas) y Nadal le gana a Fish cien partidos de cien, calculo yo. Así que hoy merendamos ensaimada.