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La detestable moda de los gritos racistas

Alcanzamos un tercio de la Liga con los afanes de casi siempre, pero con una novedad extremadamente desagradable: la moda de los gritos racistas. Nunca hasta ahora este tema había estado sobre el tapete en España. Se habían dado focos aislados, apagados por sí solos. Lo de ahora tiene aire de incendio siniestro que agitan vientos de distintas procedencias. Quizá aún somos poco conscientes de ello. Poco conscientes del mal gusto que esta moda representa y de la pésima imagen que nos depara como país ante el resto del planeta. De la humillación que esto supone para todos nosotros, como miembros de una sociedad que pretendemos avanzada.

Encuentro quien me comenta que los ataques a los jugadores negros no son más que una parte indeferenciada de la vieja, frecuente y detestable mala educación de los campos de fútbol. Según esa teoría, al rival se le mortifica con lo primero que viene a la cabeza: guarro, hijo puta, cabrón... negro. Pero es que no es lo mismo. Utilizar negro como insulto es dar por sentado que la pertenencia a esa raza supone una condición inferior. Emitir sonidos de mono cuando lleva el balón un jugador negro supone el mismo detestable principio: no eres un hombre, sino una variante del mono. Aquí el insulto hunde su raíz en el racismo. Esa es la diferencia.

Lo primero es meditarlo, saberlo y reconocerlo. Lo segundo, extirpar de nuestro vocabulario expresiones como judiada, engañar como a un chino, gitanear (por engañar), negro de mierda (ay, Luis, lo que destapaste) o la utilización de moro como sinónimo de celoso. Vamos hacia una sociedad multirracial, un camino que otros, por ejemplo Inglaterra, recorrieron antes. Por eso es bueno que nos fijemos en los pasos que allí se dieron en este campo y que no nos escandalicemos de que se encandalicen de nosotros, ni pensemos que sus reproches son interesados por la cuestión de los JJ OO de 2012. Pensemos más bien en extirpar este odioso brote.