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Doping: terreno propicio a la confusión

A su llegada a Roma, el Villarreal se encuentra con que no puede alinear a su jugador Senna, por positivo en la final de la Intertoto ante el Atlético de Madrid. Se lo comunica la UEFA, que al mismo tiempo advierte que mientras se sustancie el caso hasta sus últimas consecuencias tampoco podrá jugar en el campeonato español. El Villarreal ha emitido un comunicado escueto y ha negado más información sobre el asunto. Paralelamente ha hecho circular que el producto detectado es una sustancia de uso común en las infiltraciones de los futbolistas, cuya utilización restringida está autorizada siempre que se comunique previamente.

O sea: confusión. Más aún si pensamos que la misma UEFA que actúa de forma tajante con Senna ha admitido formalmente la petición del Athletic de aplazar cualquier decisión sobre Gurpegui hasta que su embrollado caso haya sido resuelto en el ámbito de la justicia ordinaria en España. Y mientras, un jugador del Chelsea, Mutu, se arriesga a una suspensión de dos años por consumo de coca, una droga social, no un doping deportivo. Un castigo descomunal, sin relación alguna con un intento de hacer trampa, sino simple reflejo de una vida desordenada que encolerizaba a su entrenador, que solicitó él mismo el análisis.

Demasiada confusión, decía. Confusión deliberada, porque los clubes extienden un manto para que no se sepa si fue el jugador, si fue el médico, si fueron los dos. Demasiada confusión porque las autoridades correspondientes buscan poco y mal, y cuando encuentran castigan de una forma desigual, según sea el brío que ponga en defenderse el inculpado, los apoyos que tenga, el dinero de que disponga para abogados. Jacques Rogge tiene mucho empeño en erradicar el doping del deporte. Debería, entre otras cosas, recabar el apoyo serio del fútbol, que en este asunto está manga por hombro y que con su actitud sirve de cobertura a otros.