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Cuatro balones de oro y dos porterazos

Así era el fútbol años atr equipos al ataque, distancia entre líneas, un centro del campo que llamaban zona ancha porque había espacios, remates a puerta, porteros calientes, velocidad del juego. Así fue anoche, salvo algunas fases del segundo tiempo en las que el Madrid consiguió ralentizar el juego, tocar y controlar algo una situación que se le volvía peligrosa. Un partido emocionante, tenso, poco académico, sin respiro. Un partido para haber acabado con cinco o seis goles, que los porteros dejaron en uno solo, obra del feliz Owen, que necesitaba algo así. Porque entre sus muchos problemas el principal es que necesita creer y que crean en él.

El destino del partido lo fijó García Remón con la alineación de partida. Puso sobre el campo todo lo mejor que tenía: cuatro balones de oro, Zidane y Guti en la media, Figo, Owen, Ronaldo y Raúl delante de ellos. Hay que mostrar al enemigo lo que el enemigo más teme, dicen los genios militares. Esa fue la apuesta de García Remón, y le salió. Con sufrimiento en la segunda parte, en la que el Dinamo de Kiev buscó el gol con todo y en la que no llegaba el gol salvador en alguno de los contraataques claros que el Madrid pudo hilvanar. Pero el resultado final premia la apuesta valiente, mantiene al Madrid en la Champions y diluye ansiedades.

Fue una noche para héroes, para sacar el partido a base de sufrimiento y tenacidad, y en ese sentido hay que destacar a algunos actores secundarios de este equipo singular: Solari, Pavón... Pero fue también una noche, una más, para Casillas. Por momentos, el Madrid crujió bajo el peso de la ofensiva del Dinamo. Sobre todo al principio de la segunda parte, cuando hubo momentos en que cada jugada culminaba en remate. Y también al final. Pero ahí, en el fondo de la cuesta, estaba Casillas, que echó la persiana y le devolvió al Madrid todo lo que en la otra portería le quitaba Shovkovsky. Dos porteros así valen por cuatro balones de oro.