Dos relámpagos en una noche oscura

Dos golazos, dos relámpagos de claridad en la noche. Dos tantos bonitos, precisos, indefendibles, en un partido feo y confuso entre dos equipos en baja forma. Eso fue el partido. Dos golazos brasileños, por el mismo palo, con el mismo efecto, como sendos agarraderos de esperanza para dos equipos en apuros. Para cualquiera de ellos la derrota hubiera sido una cuchillada. Para ambos el empate es un alivio en su luto, el consuelo de que te llevas algo, de que no te pueden decir que has vuelto a perder, que estás hecho en lío, que no hay salida. Un punto es poco ahora que dan tres por ganar, pero cuando uno no tiene casi nada, algo es mucho.

Para el Betis, es flotar por encima de la zona de descenso. Para el Madrid es flotar en la mitad de la tabla, a la espera de tiempos mejores, repitiéndose una y otra vez que el año pasado llegó a tener al Barça a dieciocho puntos y que aquello dio la vuelta. Es un respiro ante la visita del Dinamo de Kiev en la Champions, donde quizá tenga que poner todas sus fichas el Madrid esta temporada. De momento, mirando la botella medio llena, puede pensar que Ronaldo ha roto el mal fario, que Guti sigue siendo una esperanza, que Casillas todavía está ahí, que ese Arbeloa puede ser interesante... Que pueden llegar tiempos mejores.

Para quien no creo que lleguen tiempos mejores es para el arbitraje español, a la vista de lo de anoche. Este Pino Zamorano se coló en la categoría con la trampilla de hacerse una carrera fuera de Madrid, en busca de facilidades que le podían deparar viejos conmilitones de su padre, ex árbitro. Por esas vías tortuosas se extravía el arbitraje español y da lugar a esperpentos como ese de dos minutos para sacar una falta, tarjetas al buen tuntún y un partido a la deriva. Una flatulencia más de esa Federación de Villar en la que todo apesta. Ahora cae sobre él el Tribunal de Cuentas. Cada vez tengo más claro que votarle no saldrá gratis.