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El peligro de vivir rodeado de cámaras

Luis sólo quería arengar a Reyes. Estimularle para que se convenza de que es un gran jugador, de que no tiene nada que envidiar al mismísimo Henry, su deslumbrante compañero de delantera en el Arsenal. Pero se pasó cuatro pueblos. Escogió palabras inadecuadas, más inadecuadas todavía cuando se está ante esos millones de ojos y oídos que se esconden tras la cámaras de televisión. Hablar así en privado es soez. Hablar así en público resulta escandaloso y acarrea consecuencias imprevisibles. Inglaterra se acostó ayer escandalizada por lo que considera graves insultos racistas a uno de los ídolos de su fútbol. Hoy los tabloides tronarán.

Y me consta que Luis no es racista. Etoo le aprecia y le respeta, por encima de aquella escena que protagonizaron ambos. Luis ha tenido compañeros negros en el Atlético (Jones, Mendonça...) y ha dirigido a muchos jugadores de esa raza y no ha tenido con ellos una relación distinta de la que ha podido tener con los de la suya. En realidad, entre la gente del fútbol no hay racismo, quizá porque el racismo no sea más que la lucha de clases en colores y en un campo de fútbol no hay clases, sino un balón y compañeros. Otra cosa es que sí lo haya entre determinados sectores del público, cuestión odiosa que se intenta desterrar.

Pero como habló ayer Luis no se puede hablar. Seguro que escogió las palabras sin verdadera conciencia del contenido de la expresión, sin sentir ningún deseo de ofender a la raza negra, ni siquiera de ofender a Henry. Sólo quería sacudir algo en el interior de Reyes. Pero su lenguaje, procaz y desterrado por el tiempo, le mete y nos mete en un problema. Un seleccionador nacional tiene un cargo cuya representatividad es innegable. Tiene que saber eso. Y tiene que saber también que vive rodeado de cámaras y de expectación. Y tiene que saber que hablar así está fuera de lugar, sea en privado o en público, con cámaras o sin ellas.