Binda, Van Steenbergen, Merckx... y Freire

Fue una exhibición imponente de ciclismo, de solidaridad, de entrega de un grupo a un fin y de responsabilidad y calidad del hombre más apropiado para el triunfo: Óscar Freire. Este joven cántabro, ojito derecho de González Linares, nos está acostumbrando mal. De los seis últimos mundiales ha ganado tres. Uno de los tres restantes, por cierto, lo ganó Astarloa. El ciclismo español pisa fuerte en un campeonato que durante tantísimos años nos fue esquivo. Éste ha sido, desde Vicente Trueba, (también de Torrelavega, por cierto) un país escaladores y de afición volcada en ellos y en las grandes vueltas. Óscar Freire está cambiando eso.

Porque ganar tres veces el campeonato del mundo de fondo en carretera no es fácil. Sólo tres hombres lo habían conseguido hasta hoy: el lejanísimo Alfredo Binda, Rik Van Steenbergen y Eddy Merckx. No vamos a decir por eso que ganar tres mundiales sea más difícil que ganar cinco tours, pero sí que tiene un mérito extraordinario que merece que elevemos a Óscar Freire al santoral de la tribu. Ganarlo exige profunda preparación, resistencia, astucia para estar siempre donde hay que estar, para adivinar qué movimientos son los que pueden madurar. Y fuerza final, cuando tras siete horas llega el momento de echar el resto.

Y un equipo. También hace falta un equipo y Freire lo tuvo. España tiene magníficos ciclistas y Antequera escoge los adecuados para estos compromisos. Y van a lo que van: a ayudar al que más posibilidades tenga, por encima de rivalidades de firmas comerciales. Impecable el trabajo de todos (¡qué espectáculo de poderío las dos últimas vueltas!) y emocionante el sacrifico final de Valverde en pro de su compañero. Lástima que Óscar Freire no haya conseguido en su carrera profesional (mal llevada, a mi juicio) un respaldo así en los equipos en los que ha estado. Si lo tuviera, sería el rey de las clásicas. Y nos enamoraría definitivamente de ellas.