Una Vuelta para regenerar la ilusión

La Vuelta rindió viaje en Madrid con una bonita contrarreloj, a la que se llegaba con las espadas en alto. Un día precioso, en pleno Veranillo de San Miguel, sin duda lo mejor de Madrid. Pero la ciudad se echó menos a la calle que otras veces. Miro las audiencias de televisión y compruebo que no han estado mal, pero las he conocido mejores. ¿Está cayendo el ciclismo? Es evidente que ha perdido credibilidad, pero carreras como esta Vuelta se la pueden devolver. Hay síntomas de que se ha ido más limpio que otras veces, que los tramposos (el más llamativo, Hamilton) han sido detectados. De que lo de Manzano ha servido para mucho.

Se ha corrido más despacio. ¿Lo sabían? Seis de las etapas han concluido con un horario peor que el peor horario previsto. Dos etapas más han estado por debajo del horario medio. Ninguna ha superado el mejor horario previsto. La media ha sido de 39 kilómetros por hora, tres por debajo del año pasado. Hay que retrasarse diez años para encontrar una media así. ¿A ustedes les importa? No, claro, a mí tampoco. Se ha ido más despacio, pero se ha luchado a fondo, ha habido pelea continua, hemos tenido la estabilidad de Roberto Heras frente al acoso de Valverde primero y de Santi Pérez después. Y Mancebo siempre ahí.

Ha habido también un bonito recorrido, de menos a más, como deben ser las grandes faenas. Una novedad, Calar Alto, que certifica que los organizadores aún rastrean España en busca de nuevos atractivos. Ha sido una carrera bonita, con un aire limpio y renovado, capaz de reconciliar a los aficionados con un deporte de leyenda que durante años se ha envilecido demasiado. Esta es la línea en la que perseverar si se desea que el ciclismo recupere el terreno perdido. Esta, y no esa otra del extraño montaje UCI ProTour, que más huele a deseo de unos cuantos de cerrar el negocio con ellos dentro que a intento de regeneración del ciclismo.