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Urge de verdad la unificación de criterios

Seguir una jornada en el Multifútbol es un raro privilegio que a los de mi quinta se nos hace casi un milagro. Ver todo, según va sucediendo, con un par de minutos de retraso a lo sumo. Una condensación de lo más relevante que puede ofrecer el fútbol en emoción, belleza, dureza... Todo chicha, sin nada que descartar. Pero ¡ay! también ofrece la ocasión para comprobar los variados que siguen siendo los criterios de los árbitros en España. Vemos jugadas de extremo rigor, como el penalti del Atlético o las expulsiones de Graff (de aurora boreal) o de Pierini al tiempo que vemos jugadas similares, o más relevantes, sin sanción.

De eso se resiente la credibilidad del campeonato. El fútbol tiene, como todo juego, un apasionante factor de azar. Hay que admitir que el arbitraje forme parte de ese azar. El árbitro puede estar mal colocado y no ver algo, apreciar mal lo que ve, picar en un engaño, incluso tragarse el pito en un momento dado, sin que luego pueda explicar por qué. Esas cosas pasan y hay que admitirlas. Pero lo que no cabe son diferencias de criterio tan clamorosas como las que estamos viendo esta temporada. Me temo que la última reunión ha creado demasiada confusión. Unos lo han tomado por la tremenda y otros no han hecho caso.

Con lo cual no digo que haya que suprimir esas reuniones, sino intensificarlas. Vamos poco a poco hacia un arbitraje profesional, en el que los árbitros se dediquen en exclusiva a esto y puedan hacer esos encuentros semanalmente, del mismo modo que semanalmente (y varias veces) los equipos de fútbol se reúnen para entrenar. Pero hoy por hoy ya hay medios para que, con cada cual en su colegio regional, hagan reuniones por sistema de videoconferencia, en las que cada semana examinen lo que unos hacen y otros no en las mismas circunstancias, y por qué. Y urge, porque esto de ahora es un serio galimatías que va a peor.