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Una complicación más para los árbitros

Un juez ha admitido a trámite la demanda que en su día interpusieron un centenar de aficionados y accionistas del Valencia contra Tristante Oliva por el célebre penalti con que el árbitrosancionó el ushiro nage de Marchena sobre Raúl. No hay noticias, por ahora, de que ningún grupo de aficionados bilbaínos haya emprendido una acción semejante por el gol de Di Vaio el otro día. Ni de santanderinos que lo hayan hecho por el piscinazo de Xavi que propició un gol de penalti del Barça en El Sardinero. Ni de sevillistas por los dos graves errores arbitrales (penalti birlado y empujón de Larsson en el gol) en el Camp Nou.

Pero el camino está abierto. A cambio de un pellizquito de notoriedad del abogado que tramita la chorrada y del juez que le da pábulo, abrimos un melón ridículo cuyas consecuencias van a ser incomodidades sin cuento para todos. Y a los árbitros les ponemos las cosas más difíciles aún. Por si fuera poco con lo que ya tenían hasta ahora, les amenaza es oscuro mundo exterior de los juzgados donde cualquier cosa es posible. Les sorprendería si les contara la cantidad de tiempo que uno, ciudadano probo y cuidadoso de sus impuestos, pierde en los juzgados atendiendo demandas ridículas por cuestiones rigurosamente baladís.

Así que cruzo los dedos para que esto se quede ahí: en una majadería aislada sin consecuentes. Y si el asunto sigue adelante, que al menos el juez que tan sorprendentemente se ha interesado por el asunto consulte el Reglamento de fútbol y acuda al peritaje del Comité Nacional de Árbitros, para así constatar fehacientemente que agarrar en el área es penalti desde el siglo antepasado, por más que haya gente entregada a propalar lo contrario. Si el centenar de revolucionarios sin causa pierde el tiempo y el dinero, quizá les surjan menos imitadores. Pero si encima sacan, como quieren, un pellizquito como indemnización, me temo lo peor.