A la vieja quiniela le surge un competidor

Creada hace más de cuarenta años, la quiniela no sólo ha repartido fenomenales premios, sino que contribuyó decisivamente a la exaltación del fútbol en este país. Con ella, dejó de ser un deporte-espectáculo que interesaba a un núcleo de aficionados para convertirse en el fenómeno social que hoy es. Gentes que en su vida habían pisado un campo de fútbol (ni pensaban pisarlo) consumían el domingo junto a la radio para conocer al minuto los goles que caían aquí y allá, y que iban colocando o restando aciertos en su boleto. Eso le dio en este país (y en otros, con fórmulas parecidas) una dimensión extraordinaria al fútbol. Y a sus protagonistas.

Otros deportes trataron de imitarlo, sin éxito. Recuerdo la quiniela hípica y otra de baloncesto. Intentos demasiado débiles para desplazar a la quiniela futbolística. Ahora surge otra iniciativa, de más altos de vuelos, y cuyo desarrollo habrá que seguir con interés. Una apuesta múltiple y variable, abierta a muchos deportes y, dentro de cada uno, a diversas materias sobre las que apostar. No sólo quién gana, sino por cuánto, cuántas canastas marca éste, qué tiempo hará aquel atleta, cuántas tarjetas mostrará tal árbitro, cuántos golpes necesitará Sergio García para completar su recorrido, en qué puesto terminará Fernando Alonso...

Es una iniciativa que viene con el atractivo añadido del prestigio tecnológico. Se apuesta con tarjeta y a través de teléfono, televisión u ordenador. El gusto de buena parte de la población por explorar cualquier novedad en este terreno alimenta las expectativas de esta nueva fórmula, que además permite apuestas en deportes asociados a altos niveles adquisitivos, como puedan ser el golf o los de motor. El CSD piensa que puede ser una nueva fuente de ingresos para el deporte. Y de popularidad para distintos deportes, añado yo. Ojalá así sea y España encuentre en esta fórmula un nuevo impulso para su desarrollo deportivo.